4. San Martín de los Andes.
El destino que en invierno le da vida a centro de esquí Chapelco se posicionó como una gran opción de verano. Además de los circuitos de trekking para disfrutar del entorno del Parque Nacional Lanín (con lindos paseos a pie o a caballo, y miradores que ofrecen vistas geniales de la comarca) hay movida allí abajo, en esas calles arboladas a escala humana, llenas de comercios y lugarcitos para comer rico. Para los que no la ven hace años, la ciudad está hermosa y no es cara. Se suma la permanente vitalidad que aporta la cultura mapuche, corazón de esta parte de Neuquén. Si no se quiere pelear por un hueco de sombra urbana junto al lago Lácar, hay navegaciones cortas para llegar a balnearios como Catritre, Quila Quina y Yuco (www.sanmartindelosandes.gov.ar/turismo).
5. Villa La Angostura.
Hay que conocer esta aldea neuquina de montaña junto al lago Nahuel Huapi, famosa por ser puerta de entrada -o de salida- al Camino de los Siete Lagos (el otro extremo es San Martín de los Andes). Es cierto que dar una vuelta por el centro comercial de La Angostura es agradable: negocios a tono con ribetes de madera, primeras marcas, restaurantes gourmet, un pueblo tranquilo sin ajetreo. Pero la estrella es la península a la que se llega por el istmo de Quetrihué, un camino de 12 km que conforma una de las experiencias más hermosas de senderismo de todo el parque Nahuel Huapi. Sin palabras para el premio final, la propia península, donde late el Parque Nacional Los Arrayanes. Es ideal hacerlo a pie o en bici, aunque se puede optar por el paseo lacustre. ¿Más imperdibles? El área del cerro Bayo, ver pasar el río Correntoso o aguantar 60 km de ripio para pisar Villa Traful, tan pero tan linda que hay que disfrutarla un par de días (villalaangosturaturismo.blogspot.com.ar).
6. Bariloche.
Alguna vez hay que darse el gusto de pasar un verano en Bariloche: ofrece de todo y para todos. Como gran ciudad patagónica, es ideal abordarla en auto, de modo de llegar cómodo a los puntos donde arrancan las decenas de opciones de trekking, los mojones con las mejores panorámicas andinas, las bases donde tomar los teleféricos que trepan las laderas de los cerros Otto o Catedral, por ejemplo, o para arribar a algún refugio de montaña (como el Neumeyer, en el Valle del Chalhuaco) y vivir, allí, inolvidables experiencias de senderismo. Se suma la vida de playa y las actividades acuáticas, tanto en el lago Gutiérrez como en el Nahuel Huapi. Y en verano no falta entretenimiento y buena gastronomía; como tampoco el chocolate ("el" ícono) y la cerveza artesanal. Pero para un buen porrón, sería ideal lanzarse, a poco más de cien km, al corazón juvenil de la región: El Bolsón (www.barilocheturismo.gob.ar).
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